Aunque en la vida hay "aplastadores", también hay "levantadores". En el Salmo 3:1-3, el Salmista dice que a pesar de su afligente situación, no desespera ni comienza a deprimirse, porque confianza está en el Señor, el que levanta su cabeza.
Cuando estamos deprimidos, parece que todo a nuestro alrededor se derrumba. Perdemos fuerzas; nuestras cabezas, manos y corazones comienzan a decaer. Hasta nuestros ojos y nuestras voces están bajos. Llegamos a estar decaídos porque estamos mirando nuestros problemas en lugar que al Señor.

Es bueno que recordemos esas instrucciones hoy. Cuando la gente nos decepciona. Dios quiere que nosotros, en vez de volvernos desanimados y deprimidos, decidamos levantar nuestras cabezas y nuestros ojos y mirar alrededor todas las posibilidades, no los problemas, confiando en que Él nos dirige hacia una situación mejor. Porque Él lo tiene para nosotros. Podemos estar tentados a decir:¡No sirvo para nada!, en lugar de movernos en una nueva dirección como hizo Abraham, Pero el Señor nos exhorta constantemente a levantar nuestros ojos y nuestras cabezas para hacer inventario de nuestras bendiciones y extendernos abundantemente.
No importa las vueltas que su vida haya dado en este momento, usted solo tiene dos opciones. Una es rendirse y dejarlo todo; la otra es seguir adelante. Si se decide a continuar, solo tiene dos opciones. Una es vivir constantemente deprimido y amargado; la otra es vivir esperanzado y gozoso. Elegir vivir con alegría y gozo no quiere decir que usted nunca más se vaya a encontrar en situaciones decepcionantes y desalentadoras; significa que usted ha decidido no permitir que lo abatan. En cambio usted levantara sus ojos, manos, cabeza y corazón y mirara no a sus problemas sino al Señor. Quien le ha prometido que vera la abundancia y la victoria.
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