🕊️ No pierda la cabeza: cómo vencer las heridas espirituales

 

¿Quién golpeó su cabeza?

“El que tiene oídos para oír, oiga lo que el Espíritu Santo dice a la iglesia.”

Pastor Asociada Mireya San



Cuando la mente recibe un golpe

¿Quién le golpeó la cabeza y le hirió?
Quizá fue una herida del pasado que todavía no sana, un abuso que comparte con otros solo en forma de lamento.

La Palabra de Dios enseña que ser amigo del mundo lo hace enemigo de Dios, y eso golpea la cabeza (Santiago 4:4). David hirió en la frente a Goliat y le cortó la cabeza (1 Samuel 17:4).

Cuando la mente está perturbada y no se busca salir de esa condición, se corre el riesgo de perder la cabeza.

Reconocer para cambiar

Algunos justifican su malestar y no reaccionan. Pero el primer paso es reconocer que se está mal, para salir al cambio.

Sansón lo entendió. Dalila golpeó su cabeza y, cuando él lo supo, se acercó a Dios. Aunque había perdido visión y fuerza, clamó al Señor y allí comenzó su restauración (Jueces 16:20-21).

El resultado de un golpe en la cabeza

Un golpe en la cabeza espiritual produce pensamientos de persecución: creer que todos están en contra, vivir como si se estuviera muerto. Y esa es la obra del diablo.

“¿De qué sirve diezmar y ofrendar?”, se pregunta alguien herido.

Pero no se equivoque: no se da por el hombre, sino por un trato con Dios.

Use su cabeza para reflexionar y meditar en la verdad.

Ejemplos que advierten

Caín mató a Abel porque nunca sacó de su cabeza el golpe y la herida. Satanás se levantó en su interior y lo llevó a asesinar a su hermano (Génesis 4:8-11).

Entre hermanos, los pleitos nacen de golpes no sanados en la cabeza y el corazón.

Moisés también cargó con un secreto: vio a un egipcio golpear a un hebreo, lo mató y lo escondió en la arena (Éxodo 2:11-12). Eso lo acompañó y le afectó durante toda su vida.

No permita que los golpes lo lleven a disimular lo que sabe que Dios no aprueba.

Dios no puede ser burlado

Moisés ocultó en la arena algo que debió confesar. Pero la Escritura es clara:

“No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.”
— Gálatas 6:7

No permita que las heridas en su mente o corazón lo aparten del propósito de Dios.

Cristo viene pronto.

“Presta atención, y el Señor le dé entendimiento en todo.”
— 2 Timoteo 2:7








El que tiene oídos para oír, oiga lo que el Espíritu Santo dice a la iglesia (15/Sep/25).

¿Quién te golpeó la cabeza y te hirió? Te dañaron y no te has recuperado; compartes el abuso con otros y solo hay lamento. Jesús derrotó la muerte. Ser amigo del mundo te hace enemigo de Dios, y esto golpea la cabeza (Santiago 4:4). David hirió en la frente a Goliat y le cortó la cabeza (1 Samuel 17:4). Cuando tienes la mente perturbada y no sales de esa condición, vas a perder la cabeza. Unos cuantos no reaccionan, porque justifican el malestar que tienen. Es reconocer que estás mal para salir al cambio.

Sansón reconoció que Dalila golpeó su cabeza y, cuando lo supo, se acercó a Dios. Sabía que estaba mal y fue llevado al lugar equivocado. Sansón no era para estar con los filisteos, pero se hizo amigo de ellos a través de Dalila, y esto lo llevó a vivir en una condición pésima. Él dejó la amistad de Dios y todo le salió mal, porque al final perdió visión y fuerza… hasta que clamó a Dios (Jueces 16:20-21).

El resultado del golpe en la cabeza es que creas que todos están en tu contra, y es como si no vivieras, como si eso te matara; y quien lo hace es el diablo. ¿Estás mal del golpe y dices: “¿para qué diezmar y ofrendar?” No te confundas: Dios da para dar. No te compliques más; usa la cabeza para reflexionar y meditar nuevamente el tema. Uno no da por el hombre, sino por un trato con Dios.

Tienes que tener cuidado. Caín mató a Abel porque no sacó de su cabeza el golpe y la herida, y de ahí se levantó Satanás y lo llevó a ejecutar la muerte de su hermano (Génesis 4:34 / Génesis 4:8-11). Entre hermanos, los pleitos son producidos por golpes que tienen en sus cabezas.

Moisés vio que un egipcio golpeaba a un hebreo (Éxodo 2:11). Moisés mató al egipcio y lo “enfermó” en la arena (Éxodo 2:12). No confesó eso a lo largo de su vida y le afectó en su estilo de vida. No permitas que los golpes te hagan disimular lo que tú sabes que Dios no aprueba. Moisés, en la arena, dejó oculto algo que debió confesar.

Dios no puede ser burlado. Todo lo que se siembra, se cosecha (Gálatas 6:7). Presta atención, y Dios te dé entendimiento en todo (2 Timoteo 2:7). Cristo viene ya.

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