Todos experimentamos la frustración. Usualmente, viene de
tartar de hacer algo con respecto a una situación en la que parece que no
podemos hacer nada. Nos frustramos porque parece que las cosas demoran
demasiado, nuestra tarea es demasiado difícil o nadie quiere ayudarnos. Nos
frustramos porque el dinero que necesitamos no llega, o porque los dolores,
cargas y circunstancias que clamamos que fueran quitadas de nosotros siguen
estando sobre nuestras vidas.
Todos sabemos que es la frustración de alguna u otra manera, incluso muchas personas la experimentan por años. Esto es porque no sabemos nada de la Gracia de Dios. Generalmente cuando estamos frustrados se debe a que estamos tratando de hacer que las cosas pasen en lugar de esperar a que el Señor las haga pasar. Nuestra frustación es un signo de que estamos actuando independientemente de Dios.
Para no sentir frustración, debemos soltar la cosas y
confiar en que Dios haga lo que El solo puede hacer. Debemos dejar a Dios ser
Dios.
¿Se siente
frustrado respecto a su madurez espiritual? ¿Siente
que nunca va a cambiar? ¿Le parece que por más que ora y busca a Dios, usted
empeora? ¿Está luchando contra algún area de su personalidad que le está
causando problemas, o esta tratando con alguna atadura específica en su vida?
Si es asi, la razón por la cual está frustrado puede ser que está tratando de
cambiarse a sí mismo, en vez de confiar en que Dios lo cambie. En el momento
que usted diga sinceramente: “Señor, no puedo hacer esto, te lo entrego.” Casi
siempre sentirá que la frustración se levanta y se va.
Como creyentes todos
hemos confesado este texto Bíblico en alguna situación de nuestra vida que
consideramos necesitar ser fortalecidos para avanzar. Filipenses 4:13 Todo
lo puedo en Cristo que me fortalece. Pero he comprobado que lo hemos confesado sin revelación lo
cual añade a la frustración que podamos
sentir en ciertas situaciones. Si, en verdad, En Cristo lo podemos todo y con
Dios todo es posible, pero solo si está de acuerdo a su voluntad (su Palabra).
Juan 15:4-5 Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede
llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si
no permanecéis en mí. 5 Yo soy la vid, vosotros los
pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque
separados de mí nada podéis hacer.
Comentarios
Publicar un comentario