¿A qué hueles? ¿A creyente o a incrédulo?
¿A qué hueles? ¿A creyente o a incrédulo?
"El que tiene oídos para oír, oiga lo que el Espíritu Santo dice a la iglesia."
Pastor Asociada Mireya San
Quizá pienses que no se nota… pero sí se nota. En tu rostro se refleja si hay tibieza y pasividad.
Hay personas que, cuando enfrentan situaciones que requieren una respuesta, no muestran iniciativa. Y ahí está la raíz: la desobediencia siempre ve todo como imposible.
La gente se debate en la angustia y el desespero, y eso deja un “aroma” muy claro:
-
Aroma de enfermedad del alma.
-
Que tarde o temprano pasa a enfermedad física.
Todo comienza en el alma, en la mente, cuando no ha sido entrenada en un ambiente de obediencia a Dios.
Hablar no es suficiente
Puedes decir mucho, pero si no actúas, seguirás en el mismo lugar… en angustia.
Esa inacción le da lugar al diablo, y él oprime la mente.
La Palabra es clara: “No den oportunidad al diablo” (Efesios 4:27).
Él usa la mentira para que huelas a incrédulo, y sin que te des cuenta, te impide ver como Dios quiere que veas.
Su luz, la revelación de Su Palabra, es la lámpara y lumbrera en tu camino (Salmos 119:105).
El diablo huele el desespero
Sí, él lo percibe. Por eso la Biblia advierte:
“Estén siempre atentos y listos para lo que venga, pues su enemigo el diablo anda como león rugiente buscando a quién devorar” (1 Pedro 5:8).
¿A quién devora?
Al incrédulo.
A quien no ha comprendido que no se puede vivir lejos de Dios.
La depresión, por ejemplo, tiene aroma de mal. Y muchas veces es el resultado activo de varias enfermedades.
El aroma del creyente es diferente
El creyente resuelve problemas porque sabe lo que Dios quiere. Y cuando sabe, llega la paz.
Esa paz trae consigo un aroma de confianza y seguridad en Aquel que dijo:
“Envié mi Palabra y los sané, y los libré de la ruina” (Salmos 107:20).
La ruina y la muerte huelen a incredulidad.
Es hora de cambiar de aroma
No te confundas más.
Es tiempo de tirar la capa de incredulidad y cuidar tu corazón.
La fe llama las cosas que no son como si fuesen (Romanos 4:17; Génesis 1:2).
Construye como un creyente, y que ese sea tu aroma.
No descuides más tu vida. Comienza a oler a paz, amor, armonía y fe.
No distraigas tu mirada con la basura.
Ánimo.
Comienza a oler como un creyente.
Cristo viene ya.
Presta atención… y que Dios te dé entendimiento en todo (2 Timoteo 2:7).
El que tiene oídos para oír, oiga lo que el Espíritu Santo dice a la iglesia (13/Ago/25)
¿A qué hueles? ¿A creyente o a incrédulo? Quizá piensa que no se nota, pero en el rostro se refleja la tibieza y la pasividad. No muestra iniciativa ante situaciones que requieren una respuesta.
Tenga en cuenta que el aspecto de la desobediencia es ver todo como imposible. La gente se debate en la angustia y el desespero; esto causa aflicción y trae un aroma de enfermedad del alma, que luego pasa a enfermedades físicas. Todo proviene del alma o de la mente que no se ha desarrollado en un ambiente de obediencia.
No importa cuánto hable: si no actúa, seguirá en el mismo lugar de angustia. Esto da lugar al diablo, que oprime la mente. No den oportunidad al diablo (Efesios 4:27). Él usa la mentira para que huela a incrédulo. Y no se da cuenta de que no le deja ver como Dios quiere —que Su luz, que es revelación en Su Palabra, sea su lámpara y lumbrera en su camino— (Salmos 119:105).
El diablo percibe el aroma del desespero. Estén siempre atentos y listos para lo que venga, pues su enemigo, el diablo, anda como león rugiente buscando a quién devorar (1 Pedro 5:8). El enemigo devora al incrédulo, al que no ha comprendido que no puede vivir lejos de Dios.
La depresión tiene aroma de mal y es resultado activo de varias enfermedades. El creyente, en cambio, resuelve el problema porque conoce lo que Dios quiere, y esto trae paz, pues emana un aroma de confianza y seguridad en Aquel que dijo: “Envié mi Palabra y los sané, y los libré de la ruina” (Salmos 107:20).
La ruina o la muerte tienen aroma de incredulidad. No se confunda más: es tiempo de tirar la capa de incredulidad y cuidar su corazón. La fe llama las cosas que no son como si fuesen (Romanos 4:17; Génesis 1:2).
Construya como creyente, y que ese sea su aroma. No descuide más su vida; comience a oler a paz, amor, armonía y fe. No distraiga su mirada con la basura. ¡Ánimo! Comience a oler como un creyente. Cristo viene ya. Preste atención, y que Dios le dé entendimiento en todo (2 Timoteo 2:7).
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