¿Cómo está tu corazón?

El que tiene oídos para oír, oiga lo que el Espíritu Santo dice a la iglesia.

Pastor Asociada Mireya San 


Vivimos en un mundo lleno de desacuerdos, conflictos y dolores que muchas veces parecen no tener solución. Y sin darnos cuenta, dejamos que todo eso se acumule en el corazón, hasta que este se angustia y se cansa. Pero, ¿qué pasa cuando decides mirar las cosas desde la fe?

En el evangelio de Juan encontramos a Marta, la hermana de Lázaro. Su hermano había muerto y llevaba cuatro días en el sepulcro (Juan 11:17). Jesús le dijo: “No te angusties, confía; estás a punto de ver la gloria de Dios” (Juan 11:40). Y así fue: ella vio cómo su hermano resucitó y volvió a la vida (Juan 11:43-44).

Cuando parece que ya no hay esperanza

Quizá también tengas áreas en tu vida que parecen muertas, sueños enterrados o problemas que ya diste por imposibles. Pero recuerda: la fe te eleva, te da otra perspectiva. Te permite ver más allá de la tumba, más allá del dolor, porque cuando entra el poder de Dios, entra la vida (Romanos 4:17).

El corazón necesita volver a ese lugar seguro donde puede creer. Porque “con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación” (Romanos 10:10).

La queja oprime, cierra los ojos, y no deja ver la gloria de Dios. Pero la Palabra es viva, poderosa, y capaz de levantar lo que ya parece perdido (Hebreos 4:12).

Dile a tu corazón: “Verás la gloria de Dios”

El dolor mata lentamente el corazón, lo enferma y lo lleva al desánimo. Por eso, muchos terminan viviendo sin esperanza, simplemente existiendo. Pero no es lo que Dios quiere para ti.

Job lo entendió en medio de sus cenizas: “Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo” (Job 19:25-27). Más tarde confesó: “De oídas te había oído, mas ahora mis ojos te ven” (Job 42:5). Eso es la gloria de Dios: pasar de escuchar a experimentar.

Jesús dijo: “Al que cree, todo le es posible” (Marcos 9:23). Si quieres resucitar lo que diste por muerto, deja de cuestionar y comienza a creer.

Levanta tu corazón, no lo dejes vivir en dolor. Cristo viene pronto. Y mientras tanto, mantente con la mirada en lo eterno, confiando en que verás la gloria de Dios.

“Presta atención, y el Señor te dé entendimiento en todo” (2 Timoteo 2:7).







El que tiene oídos para oír, oiga lo que el Espíritu Santo dice a la iglesia (26/Ago/25).

¿Cómo está tu corazón? No lo angusties con dolor a causa de desacuerdos; esto te lleva a vivir en guerra y en conflictos que tienen solución. Jesús le dijo a la hermana de Lázaro que no se angustiara, ya que este había muerto y tenía cuatro días en el sepulcro (Juan 11:17). Le dijo: “No te angusties, confía; estás a punto de ver la gloria de Dios”. Esto es la resurrección (Juan 11:40). Ella vio cómo su hermano, que había muerto, volvió a la vida (Juan 11:43-44).

Esto sucede cuando ya tienes cosas que parecen no tener esperanza, cuando ya han pasado más de cuatro días. Es la confianza la que te pone en un lugar alto, para ver con otra actitud lo que puede suceder cuando dejas entrar el poder de Dios, que da vida (Romanos 4:17). Deja que tu corazón vuelva al lugar seguro donde puede creer. Con el corazón se cree para que la boca confiese soluciones y no derrotas (Romanos 10:10).

La queja oprime el corazón y no deja que alcances a ver la gloria de Dios. Muerto es aquello que piensas que ya no tiene remedio. La Palabra de Dios es viva y tiene poder para levantar lo caído (Hebreos 4:12). Es cuestión de dejar que entre la confianza en tu corazón. Elimina el dolor, porque eso mata el corazón, lo enferma poco a poco y lo debilita hasta caer en desánimo. Muchos ya no quieren seguir adelante y viven por vivir, sin esperanza.

Dile a tu corazón: “Verás la gloria de Dios”. De las cenizas se levantó Job (Job 19:25-27). Y dijo: “De oídas te había oído, mas ahora mis ojos te ven” (Job 42:5). Esto es la gloria de Dios. Hay poder de resurrección a tu favor. Si quieres resucitar lo que has dado por muerto, cree y quita lo que cuestionas. La hermana de Lázaro cuestionaba y decía que su hermano llevaba cuatro días muerto y que ya no tenía esperanza (Juan 11:39). Jesús dijo: “Al que cree, todo le es posible” (Marcos 9:23).
Levanta tu corazón y cuida que no viva en dolor. Cristo viene ya. Presta atención y Dios te dé entendimiento en todo (2 Timoteo 2:7).



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