¿Te deleitas en Dios?
El que tiene oídos para oír, oiga lo que el Espíritu Santo dice a la iglesia
Pastor Asociada Mireya San
¿Te deleitas en Dios?
El deleite: mucho más que creer
Deleitarse en Dios es vivir en esa profunda alegría de hacer lo que a Él le agrada. No es solo obedecer, es complacer, amar Su voluntad, anhelar Su presencia y encontrar descanso en Su Palabra.
Pero mientras Dios quiere que disfrutes de una vida plena, la serpiente, el diablo, busca lo contrario.
Su deseo es que te alejes de Dios haciendo lo que le agrada a él. La Biblia lo revela tal cual es:
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Mentiroso y padre de mentira (Juan 8:44)
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Ladrón que roba, mata y destruye (Juan 10:10)
El enemigo no solo ataca con acciones; ataca con palabras: insinuaciones, rumores, comentarios llenos de veneno, pensamientos que parecen inofensivos, pero que lentamente contaminan el corazón.
El veneno que entra por los oídos
Las palabras son espirituales. No se ven, pero tienen impacto. Pueden sanar, o pueden envenenar.
Una frase malintencionada, un rumor, una crítica disfrazada de “consejo”… y sin darte cuenta, lo que escuchas comienza a afectar tu ánimo, tu fe y tu forma de ver a Dios y a los demás.
Ese veneno destruye matrimonios, amistades, iglesias, empresas, familias enteras.
La Biblia advierte:
“Ni deis lugar al diablo.” (Efesios 4:27)
Cada vez que escuchas y permites que lo negativo penetre, le abres la puerta al veneno espiritual.
Cuando el veneno te adormece
La Escritura dice que el veneno de la serpiente deja sordo:
“Son como áspid sordo que tapa su oído.” (Salmos 58:4)
Esa sordera no es física; es espiritual.
La persona mordida ya no percibe el peligro, ya no distingue el engaño, ya no siente convicción, ya no reacciona a la Palabra.
La voz de Dios se vuelve lejana, y la del enemigo fuerte.
La sabiduría se nubla, y la mentira parece lógica.
Así trabaja el veneno: no mata de golpe… adormece.
A qué voz inclinas tu oído
El que busca el mal escucha a los malos.
El que ama la mentira escucha a los mentirosos.
Pero el que ama a Dios inclina su oído a Su Palabra.
Proverbios lo describe con precisión:
“El malo está atento a los labios inicuos; el mentiroso escucha la lengua del que critica.” (Proverbios 17:4)
Lo que escuchas revela tu corazón.
Por eso Isaías ordena:
“Dejen de señalar con el dedo y de esparcir rumores maliciosos.” (Isaías 58:9)
Cada rumor que escuchas te aleja un paso más del deleite en Dios.
Cada palabra venenosa que recibes te distrae del propósito.
Cada crítica que consumes apaga la sensibilidad espiritual.
El peligro de los rumores: incluso contra Jesús
Desde los tiempos de Jesús, los rumores han sido un arma del enemigo:
“Había gran murmuración acerca de Él… unos decían: ‘Es bueno’; otros decían: ‘No, engaña al pueblo’.” (Juan 7:12)
Esa murmuración sigue vigente hasta hoy (Mateo 28:15).
El enemigo sabe que para debilitar la fe, basta con sembrar duda.
Pero aunque dijeron que Jesús “engañaba al pueblo”… Él venció la muerte.
No dejes que rumores —de personas o del diablo— definan tu fe.
Di con convicción:
“Yo quiero oír la verdad de Jesús.”
El deleite verdadero transforma el corazón
La Biblia promete algo extraordinario:
“Deléitate asimismo en Jehová, y Él te concederá las peticiones de tu corazón.” (Salmos 37:4)
El deleite en Dios abre puertas, aclara caminos, fortalece la fe, sana heridas y transforma la vida interior.
Cuando te deleitas en Él:
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Tus deseos se alinean con Su voluntad.
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Tu corazón se limpia de lo que contamina.
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Tu oído aprende a distinguir la voz de Dios de la voz del engaño.
¿Cómo deleitarte? Jesús lo resumió en dos mandamientos:
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Amar a Dios con todo tu corazón, alma y mente.
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Amar a tu prójimo como a ti mismo. (Mateo 22:37–39)
Quien se deleita en Dios no critica, no murmura, no hiere, no repite rumores, no presta atención a la voz equivocada.
Se deleita en Él porque sabe que ahí está la vida.
Cristo viene ya
Cristo viene ya.
No permitas que los rumores, chismes o palabras llenas de veneno te alejen de lo más precioso: disfrutar a Dios.
Presta atención a lo que oyes, a lo que guardas en tu corazón, a lo que permites que influya en tu espíritu.
“Presta atención, y Dios te dé entendimiento en todo.” (2 Timoteo 2:7)
👉 Hoy es el día para limpiar tu oído, desechar los rumores, cerrar la puerta al veneno y volver a deleitarte en Dios. Él quiere hablarte, guiarte y llenarte de Su paz. Solo necesitas inclinar tu oído hacia Él.
¿Te deleitas en Dios?
Hacer lo que Dios dice es complacer. La serpiente (diablo) quiere que hagas lo que es de su agrado. Pero recuerda que es enemiga de la humanidad. Engaña (Juan 8:44), roba, destruye y mata (Juan 10:10). Muerde para dejar el veneno, porque las palabras destruyen, roban y matan.
Palabras llenas de veneno destruyen familias, matrimonios, negocios e iglesias. Cuando das lugar a la serpiente, vas a equivocarte de estilo de vida con Dios (Efesios 4:27). Si alguien no oye el peligro, significa que la serpiente lo ha mordido (Salmos 58:4). No escucha por el mover del veneno.
Escuchar es poner atención. El malo está atento a lo que habla el que está en contra de Dios, y el mentiroso escucha la lengua del que critica (Proverbios 17:4). “Dejen de señalar con el dedo y de esparcir rumores maliciosos.” (Isaías 58:9). Esto te aleja de deleitarte en Dios.
Cristo viene ya. No te dejes llevar por rumores. “Las palabras del chismoso son deliciosas, y son bocaditos que penetran en lo profundo del corazón.” (Proverbios 18:8). Hacen daño esos bocados, porque destruyen, roban y matan. No lo hagas.
La gente usa rumores de Jesús hasta hoy, para que duden de su existencia. “Y había gran murmuración acerca de Él entre la multitud, pues unos decían: ‘Es bueno’, pero otros decían: ‘No, sólo engaña al pueblo’.” (Juan 7:12). Se ha divulgado hasta el día de hoy (Mateo 28:15).
Jesús venció la muerte. No oigas rumores. Di: “Yo quiero oír la verdad de Jesús”.
“Deléitate asimismo en Jehová, y Él te concederá las peticiones de tu corazón.” (Salmos 37:4).
Entrégale a Dios tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primer y más grande mandamiento. Y el segundo es semejante: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” (Mateo 22:37-39).
Presta atención, y Dios te dé entendimiento en todo (2 Timoteo 2:7).
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