Un domingo, el Señor me mostró en una visión que muchos de nosotros teníamos las manos llenas y no dejábamos ir lo que estábamos sosteniendo. Por un momento pensé que tenía un significado bueno, porque manos llenas significa “abundancia”, entonces significaba que había abundancia en nuestras vidas, eso es lo que pensé. Pero el Señor me mostró todo lo contrario al decirme que lo que teníamos en las manos no eran cosas que venían de Él, no eran bendiciones ni Sus promesas, sino cosas del pasado, ataduras, cosas vanas y demás, que no queríamos soltar. Y me dijo que la razón del por qué no vemos resultados de nuestras oraciones en nuestras vidas era porque no había lugar en nuestro corazón para Él, mucho menos había espacio en nuestras manos para recibir lo que el Señor quería darnos. El Señor me llevó a la parábola de las diez vírgenes (Mateo 25). En esta historia se nos muestran diez mujeres: cinco sensatas y cinco insensatas. Todas debían esperar a sus esposos con las lámparas ence...