¿Por qué pecar resulta tan fácil?
¿POR QUÉ RESULTA TAN FÁCIL PECAR?
Antes de convertirnos en hijos de Dios, éramos hijos del enemigo. Nuestra identidad se basaba en el pecado y nuestro destino final era la muerte. Pero gracias a la obediencia de un solo hombre (Jesús), fuimos rescatados de las tinieblas para ser adoptados como hijos de Dios (Romanos 5:19 / Efesios 1:5).
Gracias a Jesús, somos libres del pecado, y este ya no nos pertenece, porque no va con nuestra verdadera identidad. Sin embargo, vivimos en un mundo donde reina el pecado, y el enemigo está más que preparado para recuperar lo que alguna vez fue suyo (Juan 10:10). Por lo tanto, debemos vivir una vida piadosa en Cristo, donde diariamente construyamos una relación personal con Él y podamos conocerlo verdaderamente.
Debemos alejarnos del pecado lo más posible antes de que nos acostumbremos a él. Muchos prefieren pecar que obedecer, porque pecar implica ir con la corriente, sin hacer ningún tipo de esfuerzo, y simplemente satisfacer nuestra carne. En cambio, obedecer implica ir en contra de la corriente, requiere que no dependamos de nuestras emociones, que sometamos nuestra carne y que tengamos fe.
¿Cuál de ambas opciones es más fácil?
¿Cuál de las dos describe su estilo de vida?
En ocasiones, pecar no se siente como algo malo, pero eso no significa que no sea pecado. El pecado no es menos pecado solo porque no se siente tan mal hacerlo como antes. Lo que sucede es que uno se ha acostumbrado tanto a él que ya parece algo normal. Ya no produce en usted condenación ni arrepentimiento, e incluso puede dormir tranquilo sabiendo que vive en pecado.
¡ALERTA! Si esto le sucede a usted y es hijo(a) de Dios, está en grave peligro...
Aún hay tiempo para arrepentirse y cambiar su manera de pensar. La única solución es comenzar a orar más, alabar el nombre de Dios, leer la Biblia y hacer cosas que lo hagan más consciente de Dios en su vida. Porque Dios siempre ha estado presente, pero es usted quien no lo ha notado. Aléjese de amistades o familiares que lo motivan o incitan a hacer cosas que usted sabe que no están bien con su identidad como hijo de Dios. Recuerde: puede haber tentación a su alrededor y malas influencias en su vida, pero usted decide. Usted tiene la responsabilidad de ceder o no al enemigo.
Le animo a que se aferre a Dios con todo su corazón. Su Palabra dice que Él nos sostiene de Su mano y que jamás nos abandonará (Isaías 41:10). Este es el mejor momento para volver a lo que se nos ha enseñado, el mejor momento para dejar todo pecado en el pasado y ser restaurado.
Todo es cuestión de arrepentirse de corazón, decidir con sabiduría, conocer a Dios y a Su Palabra, que nos ayudarán a cambiar nuestra manera de pensar y seguir el camino que Él tiene para nosotros. El Señor no ha terminado con usted. Aférrese a la esperanza y póngase el escudo de su identidad en Cristo.
Por Yirel P. Salinas
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