La crítica y la murmuración están por todos lados. Vayas donde vayas, hagas lo que hagas, pongas el programa de televisión que pongas…, al final, muy seguramente, escucharás a personas quejándose de las situaciones por las que están pasando, así como criticando a otras personas: sus jefes, los gobernantes, la suegra o el vecino del quinto piso… Da igual, lo importante es “desahogarse”.

Nosotros, sin embargo, como cristianos, estamos llamados a algo totalmente diferente. Mira lo que dice este pasaje de la Biblia: “Haced todo sin murmuraciones y contiendas, para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecen como luminares en el mundo” (Filipenses 2:14-15).


El mundo está lleno de crítica, de acusación, de condenación… Por lo que, ¿sabes el impacto que tiene una persona que nunca critica ni murmura de los demás? ¡Es tan precioso, tan refrescante saber que podemos ser libres de esas malas prácticas! 

Este versículo dice que, cuando decidimos renunciar activamente a todo tipo de murmuración o de discusión, hay algo que empieza a cambiar en nosotros: hay una pureza y una humildad que brotan en nuestras vidas, y que nos hacen brillar con fuerza. ¡Es tan liberador! 

Mi amado hermano, ¿deseas que tu vida sea una fuente constante de ánimo y bendición para los demás? ¡Yo personalmente anhelo esto con todo mi corazón! Decide hoy conmigo apartar de ti todo rastro de crítica, acusación, queja o condenación que pueda todavía haber en ti, y deja que de tu interior solo broten esos ríos de aguas vivas (Juan 7:38), esas palabras llenas de ánimo, de edificación, de gratitud y de bendición constante hacia los demás. ¡Verás el cambio tan grande que esta decisión producirá en ti, y el impacto que tendrá en la vida de los que te rodean!

Seamos Diferentes!

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Testimonio: Estaba segura de que Él me iba a sacar en victoria

Testimonio: Jesucristo Nuestro Gran Sanador Dr. Miguel Maldonado.

¿Escudriñas tu Vestidura?