La Verdadera Humildad Levanta a los Demas

 


No sé si alguna vez has participado en algún tipo de competición, pero creo que una de las cosas que más nos cuesta a todos cuando perdemos es felicitar a la persona o al equipo que nos ha vencido. No es porque no nos alegremos en la victoria de los demás, es solo que… ¡hubiésemos querido ser nosotros los vencedores! =)

A todos nos gusta ganar, así como superarnos, y creo que eso es algo realmente positivo cuando esto se hace de una forma sana. El problema surge cuando queremos usar nuestras victorias como una forma de afirmarnos, de sentirnos superiores a los demás. Ahí es donde nuestra propia inseguridad se combina con el orgullo, para crear una combinación explosiva. 


La Biblia dice: “Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo” (Filipenses 2:3). En nuestras relaciones, es fácil caer en uno de estos dos extremos: podemos menospreciar a las personas, considerando que son inferiores a nosotros, o podemos necesitar su aprobación, como si dependieramos de ellas. ¡A veces incluso las dos cosas ocurren a la vez, y buscamos la aprobación en personas que, en el fondo, menospreciamos! ¿Acaso no es una locura?

Es por eso que este pasaje es tan refrescante: porque nos lleva a honrar a cada persona. La verdadera humildad te llevará siempre a no considerarse superior a los demás, sino a buscar honrar y servir a cada persona por amor. Es una decisión: no tienes que estar de acuerdo con ellas en todo, ni hacer lo que te digan, sino que sencillamente has tomado la decisión de honrarlas, valorarlas, y servirlas, manteniendo a la vez tu identidad intacta. 

Esa humildad te llevará, por ejemplo, a ver a ese amigo tuyo del que todos se ríen como alguien precioso a los ojos de Dios, alguien que merece todo tu respeto y admiración, y no tus burlas. Esa humildad te llevará a respetar y a servir a tus padres, y a apartar todas las cosas malas que puedan tener para ver lo bueno que hay en sus vidas.


Cuando empezamos a tratar a todas las personas con ese nivel de honra, ¡ocurren cosas sorprendentes! No solo descubrirás que tienen dones y talentos que nunca habías visto antes, sino que además tu actitud hará que se sientan valorados y animados para avanzar en su propia vida, y así seguir creciendo. 


La humildad verdadera busca levantar a los demás. En este día toma la decisión de honrar y bendecir a cada persona con la que te encuentres. ¡Dios quiere usar tu vida para bendecir a tantas personas!

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