Las promesas de Dios generalmente vienen con condiciones. El es misericordioso y hace por nosotros cosas que no nos merecemos. Aún cuando no hayamos actuado correctamente, podemos orar 
por gracia y pedirle a Dios que nos ayude. Pero alguien que quiera vivir las radicales e incondicionales bendiciones de Dios, tiene que hacer algo para recibirlas.
 
El paquete de bendiciones descrito en Deuteronomio 28:1-14 es condicional. Escucha las condiciones: "si realmente escuchas al Señor tu Dios,  y cumples fielmente todos estos mandamientos que 
hoy te ordeno...Si obedeces al Señor Tu Dios...Si cumples sus mandamientos y andas en sus caminos", entonces "todas estas bendiciones vendrán sobre ti y te acompañarán siempre" (Deuteronomio 28:1,2,9). Las bendiciones prometidas son muchas: bendiciones dondequiera que tú estés o sea lo que fuere que hagas; bendiciones para tu familia, tu trabajo y posesiones; Victoria sobre tus enemigos; la bendición de ser establecido como hijo de Dios. 

Aunque queramos todas estas bendiciones, muchas veces no estamos dispuestos a hacer nuestra parte para recibirlas. La bendiciones radicales y extravagantes vienen de una obediencia extravagante y radical. Vienen de la buena voluntad para obedecer a Dios cuando nos dice que hagamos algo, mediante su Palabra o hablando a nuestros corazones. Realmente no tenemos que quejarnos por tener que hacer lo que Dios nos dice que hagamos, porque El nos da la capacidad para hacerlo. 

Nuestra parte es solamente escuchar su voz y hacer sin reservas lo que Él nos dice. Es entonces cuando las bendiciones vienen.

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